Tener algo de grasa en el hígado es normal, pero si la grasa en el hígado representa más del 5% al 10% de su peso, puedes tener enfermedad hepática alcohólica o no alcohólica. En algunos casos, estas enfermedades pueden llevar a complicaciones graves.
La enfermedad del hígado graso no alcohólico es una de las causas más comunes de enfermedad hepática crónica en muchas partes del mundo. Algunas personas con exceso de grasa en el hígado simplemente tienen lo que se llama un hígado graso. Aunque esto no es normal, no es grave si no conduce a la inflamación o daño.
Otros tienen lo que se llama esteatohepatisis no alcohólica. Aunque es similar a la enfermedad hepática alcohólica, las personas con este tipo de enfermedad del hígado graso beben poco o nada de alcohol. La esteatohepatisis no alcohólica puede conducir a daño hepático permanente. El hígado puede agrandarse y con el tiempo las células hepáticas pueden ser reemplazadas por tejido cicatricial. Esto se llama cirrosis. El hígado no puede funcionar bien y puede que desarrolles insuficiencia hepática, cáncer de hígado y muerte relacionada con el hígado. La esteatohepatisis no alcohólica es una de las principales causas de cirrosis.
El higado graso puede ocurrir después de beber grandes cantidades de alcohol. Incluso puede ocurrir después de un corto período de consumo excesivo de alcohol (hepatopatía alcohólica aguda).
La genética o herencia, juega un papel importante en el desarrollo de grasa en el hígado por la enfermedad hepática alcohólica. Por un lado, puede influir en la cantidad de alcohol que se consume y su probabilidad de desarrollar alcoholismo y por otro, puede afectar los niveles de enzimas hepáticas implicadas en la descomposición (metabolismo) de alcohol.
HÍGADO GRASO
En el caso específico del hígado graso, diversos estudios han demostrado que el ejercicio físico regular es capaz de revertir el hígado graso tanto en humanos como en animales de experimentación. Los resultados obtenidos en los estudios mencionados demuestran que el ejercicio reduce los niveles de triglicéridos en la sangre y también en el hígado. Ello se debe a los potentes efectos metabólicos del ejercicio a nivel muscular aumentando el consumo de oxígeno y mejorando la utilización de los azúcares y grasas. Una publicación aparecida en el número de enero de la revista Journal of Hepatology analizó 23 estudios sobre el punto y demostró que el ejercicio determina consistentemente una reducción de la grasa hepática y una mejoría de la tolerancia a la glucosa. Interesantemente, los pacientes obtienen beneficio aun si no se logra una pérdida de peso.
También existe evidencia que indica que las personas que se ejercitan y luego hacen una transición repentina a un estilo de vida sedentario exhiben un aumento en el riesgo de desarrollar hígado graso no alcohólico. Por lo que es importante señalar que el ejercicio debe ser un hábito regular a seguir idealmente de por vida.
La base fundamental del tratamiento de la esteatosis hepática es la reducción del peso y hacer ejercicio. Dicen los especialistas en el XXXIV Congreso de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), celebrado en Málaga, que “El ejercicio aumenta las transaminasas (ALT) por lo que mejora la esteatosis aunque no reduzca el peso”, “se necesita que el ejercicio sea de una intensidad alta o un poco más que moderada; por lo menos hacer más de 200 minutos semanales de ejercicio o bicicleta durante 45 minutos tres días en semana”.
En el siguiente enlace, podemos consultar, como prevenir la enfermedad de hígado graso con ejercicio: http://www.doctornews.org/previene-la-enfermedad-del-higado-graso-con-ejercicio/
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