La Real Academia Española define el sedentarismo como la actitud que lleva a la persona sedentaria, que generalmente lleva un estilo de vida carente de agitación y movilidad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que es uno de los cuatro factores de mayor riesgo de muerte. Se le atribuyen 3,2 millones de muertes anuales.
La OMS señaló que los niveles de inactividad física son elevados en prácticamente todos los países desarrollados y en desarrollo. En los países desarrollados, más de la mitad de los adultos tienen una actividad insuficiente. En las grandes ciudades de crecimiento rápido del mundo en desarrollo la inactividad es un problema aún mayor.
Las personas sedentarias mantienen una baja actividad física, limitando a moverse solo lo estrictamente necesario y esta falta de ejercicio o sedentarismo disminuye la capacidad de adaptación a cualquier actividad física, iniciando un círculo vicioso.
Entre las principales víctimas del sedentarismo se encuentran los niños y los jóvenes que tienen como consecuencia la obesidad y las enfermedades crónicas como la hipertensión arterial y las enfermedades cardiovasculares, también el desarrollo de determinados cánceres como puede ser el de mama o el de colon y enfermedades psíquicas como la depresión.
Los gobiernos deben jugar un papel importante fomentando el incremento de actividades físicas, tanto en las escuelas primarias, secundarias y universidades. Sería importante profundizar en la educación para la salud, desde edades tempranas generando conciencia sobre la alimentación sana y el ejercicio.
La mayoría de la población inactiva puede mejorar su salud y bienestar sobre una base de ejercicio físico regular. La promoción de la actividad física también conlleva beneficios sociales derivados de la reducción de costos en atención sanitaria, aumento de la producción y participación en actividades deportivas y recreativas, mejora del rendimiento escolar y disminución del absentismo laboral.
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